Presentación

Llevaba tiempo con ganas de crear un blog donde expresar lo que me pasa por la cabeza cuando hago deporte.

Algo que es más bien diferente a la imagen «oficial» del mismo. Un mundo de competitividad, de enfrentamiento, de jerarquías, de especialización, de ser el mejor.

Me gusta más bien pensar en la actividad física como un juego, una forma de relacionarse con el entorno más cercano y con las personas con las que deseas estar, al margen del trabajo y del ocio prefabricado.

Diversión, relajación, esfuerzo, y por supuesto, superación personal, pero entendida no como un enfrentamiento con la otra persona, sino como conocimiento de uno mismo y ganas de sacar más de ti.

Es por eso que me centraré principalmente en el mundo de la montaña, ya que pienso que es el lugar donde aún se encuentran con más facilidad esos valores que entran en confrontación directa con el mundo moderno.

También porque es donde yo personalmente me encuentro más agusto. Queda abierto tanto a otros deportes como a las personas que queráis participar, ya sea escribiendo algún artículo, recomendando algún texto o realizando alguna crítica constructiva. Podéis hacerlo aquí.

Sin más, muerte al Estado.

N-I.

La antigua nacional asciende levemente, mientras los sonidos de la furgoneta indican que las rectas comienzan a no ser tales, marcando unas leves ondulaciones que, desde luego, no ayudan a mantenerse despierto.

A la par, los pardos y amarillos requemados de los campos comienzan a ser sustituidos por el rojizo terruño donde maduran las cepas, verdes todavía.

Los últimos compases de la radio mueren, siendo acallados lentamente por la infinitud del espacio, mientras aviejados y tranquilos muros de piedra forman pasillos entre los cuales nos dirigimos, soñolientamente, a nuestra parada: alguna de las montañas cantábricas a las que pensamos ascender este fin de semana.

Mientras, seguimos conduciendo a través de los años, atravesando topónimos enrevesados, décadas de abandono, olvido y sosiego.

Comentamos con desconocimiento urbanita las pequeñas alteraciones del paisaje; en ocasiones así me gusta imaginar que esos pequeños cambios fueron toda la vida existente durante generaciones, a pesar de que para mí no son más que un divertimento con ínfulas intelectuales.

Quiero fijarme en cada detalle, grabarlo, intentar después conocer su nombre. Como no, también me gustaría poder conocer los nombres de todas y cada una de las personas con que nos cruzamos en estos pueblos empedrados: si son realmente de aquí, y si no lo son, ¿cómo es que llegaron justo a este lugar?

Si están de paso, ¿es por motivos de sangre, gusto o casualidad? ¿Qué les hizo mirarme? ¿Me desprecian o más bien querrían salir corriendo hacia dónde provengo?

Desgraciadamente estas ideas corren tan rápido como lo puede hacer el cargado vehículo, lo que las hace tan fugaces como es toda la vida actual. Pienso, con una media sonrisa, tan breves como los verdores primaverales de esta Castilla de la que soy parte.

Por eso, hoy, navegamos hacia el Cantábrico.

A buscar la humedad, a encontrarnos con otras calmas y otros tiempos, a penetrar en unos valles profundos y distintos para luego encontrarnos a casi las mismas personas, quizás los mismos anhelos, desde luego el mismo olvido.

Y seguro, la misma petrificada carretera principal, sangre antigua ya falta de riego, esclerotizada y seca.

Desorientados

Acabamos de terminar el ascenso de la colina, convertida en páramo, cuando vemos valle abajo las primeras casas.

Aún lejanas, compactas en su recogimiento, seguramente vacías las más de ellas, en esta tarde húmeda y extraña en que la anochecida nos ha echado el lazo a pesar de las pisadas cada vez más apresuradas de las botas.

Van crujiendo los ramajes bajo ellas, el sudor que exhalamos al caminar nos envuelve aún más que la niebla que rebordea los aún invisibles cursos de agua que abrazan el territorio.

Territorio; este podría ser cualquiera de ellos, entre la Castilla Vieja y la Nueva. Para los ojos de ciudad, poco más que campo y cerros, pues casi nada de lo que nos rodea tiene palabras exactas, contornos definidos, sustantivación.

Para nosotros nunca la ha tenido, se dejó en el peaje de entrada a la ciudad, se abandonó en la consigna de la estación central debido a las prisas.

Luego, ya fue demasiado tarde para recordar, había prisas por coger el metro, en la escuela no había espacio entre las asignaturas, nosotros no sabíamos qué hacer cuando el asfalto se acababa, la angustia nos asfixiaba al respirar demasiado profundamente.

Y ahora estamos aflojando el paso, no por hambre, no por sueño: sencillamente ocurre que nos come el miedo de encontrarnos ante extraños, alguno de los cuales quizás entienda alguna de nuestras palabras, pero aun así lo imaginamos tan hosco y hostil como a los demás.

Agachamos la cabeza, a tiempo de no ver encenderse las primeras luces de la noche, confundidas entre cielo y piedra. No podemos dejar de oler la madera huyendo de las chimeneas, ni de sentir el cada vez más cercano calor de otras personas, que, al contrario que nuestros cercanos antepasados, no tuvieron, pensamos nosotros, el arrojo suficiente de agarrar el ansiado futuro.

Pero ahora anhelamos un diccionario, un croquis, una brújula, cualquier elemento que nos guíe en tierras que hace nada eran consustanciales a nuestra sangre, parte de nosotros mismos, padre, madre y ancestros.

Ahora mismo estamos parados, perdidos, solidificados. No somos más que pitidos electrónicos que no encuentras eco en ningún satélite. La batería interior parece agotada, sin posibilidad de recarga o compra.

Aquí quedamos quietos, desconectados, a la espera de encontrar un enchufe en el muro de piedra, una sintonía familiar en la sinfonía polifónica de  rapaces nocturnas, perros que guardan ganados y alimañas varias.

La realidad es que esta noche solo queremos lo que siempre necesitó el ser humano: pan, calor, conversación y vida.

Pero no encontramos la tienda donde venden todo ello, así que nos quedaremos aquí fuera, al raso, esperando a que sea de día y la intemperie se haga centro comercial.

Canchal de la Ceja (2429 msnm) y Torreón (2400 msnm): conociendo las sierras de Béjar y Candelario.

La sierra de Candelario se encuentra en el sector occidental de la sierra de Gredos, sus picos más elevados son el Canchal de la Ceja  (2429 msnm) techo de la provincia de  Salamanca y El Torreón (2400msnm) techo de la provincia de  Cáceres.

Tras pasar la noche en Béjar, pueblo de origen medieval de obligada visita, muy recomendable pasear por sus calles y observar la curiosa arquitectura tradicional de sus edificios, nos levantamos con la intención de recorrer el cordal del Calvitero.

La ruta comienza en la segunda plataforma del Travieso (1800msnm) a la que se accede por una cómoda carretera que pasa por el pueblo de Candelario.

Desde la plataforma cogeremos una senda hitada que comienza en ligero ascenso entre piornos, la senda es bastante clara pero sí hay que estar atentas pues se cruzan varios senderos.

Nuestra intención era subir al Calvitero pero tras cruzar dos arroyos  nos damos cuenta de que estamos recorriendo la cuerda del Calvitero por su ladera dejando la cuerda a nuestra izquierda.

Tras ponernos los crampones, pues aún quedaba bastante nieve arriba, comenzamos ahora sí  una prolongada ascensión hacia la cuerda que nos dejará en una  primera planicie desde la que se observa la cima del Canchal de la Ceja. Esta cumbre estaba marcada con un cohete pero actualmente solo queda la base sobre el que se sujetaba. Desde aquí hay unas preciosas vistas a las lagunas del Trampal.

Cumbre del Canchal de la Ceja con la zona central de Gredos (izquierda) y el circo de la Covacha (derecha).

Desde el Canchal de la Ceja ya solo tendremos que seguir la cuerda que nos llevará hasta el Torreón en dirección suroeste, tras aproximadamente una hora llegaremos al mirador de las Agujas donde observamos los corredores invernales  y desde este punto ya se ve el Torreón.

El mirador de las Agujas, donde se forman interesantes corredores invernales.

Para llegar al Torreón tendremos que realizar el paso del Diablo, es el paso más técnico de toda la ruta pero sin gran dificultad ya que está equipado con una cadena fijada a la roca, nos podremos ayudar de ella con mucho cuidado ya que algunos alambres están sueltos y corremos el riesgo de dejarnos las manos. Tras este paso tendremos la cima a diez minutos.

La vuelta se puede realizar alargando la ruta hacia los Hermanitos y bajando por Hoyamoros, haciendo la ruta circular, nosotras decidimos volver por el mismo camino y coronar de nuevo el Canchal de la Ceja ya que en un primer momento no estábamos seguras de sí era este. Se puede bajar flanqueando el canchal y perdiendo altura siguiendo de nuevo la ladera y pasando por los dos arroyos.

Tras aproximadamente cinco horas nos despedimos de esta sierra desconocida para nosotras a la que volveremos para seguir descubriendo.

 

 

Crónica de una tormenta anunciada: VÍA DE LA PLATA. ETAPA 1 : MÉRIDA – ALCUÉSCAR ETAPA 2: ALCUÉSCAR- CÁCERES.

VÍA DE LA PLATA.

ETAPA 1 : MÉRIDA – ALCUÉSCAR

ETAPA 2: ALCUÉSCAR- CÁCERES.

KMS.: 78.

 

 

 

 

La Vía de la plata era una calzada romana que en sus inicios unía Mérida y Astorga siendo este el camino clásico y que se alargó hacia el sur llegando a Sevilla y hacia el norte llegando a Xixón a través de la vía Carisa, formando así una ruta de aproximadamente 960 km fue una ruta de comunicación que unía el Sur de la península con el mar Cantábrico usada por las tropas romanas para avanzar hacia el norte y usada a lo largo de los siglos tanto por árabes como por cristianos.

Todo el trayecto está bien señalizado y lo único que tendremos que seguir son flechas amarillas y cubos de granitos, situados a lo largo del trayecto en cada punto en el que pudieran surgir dudas sobre la dirección a seguir.

Muestran una marca de color con el siguiente código:

ETAPA – MÉRIDA – ALCUÉSCAR – 36 KMS.

El inicio de esta etapa se encuentra cerca del acueducto de Los Milagros, cruzaremos por un puente romano el arroyo Albarregas y continuaremos de frente por la avenida Vía de la Plata, tras una sucesión de rotondas para salir de Mérida nos encontramos con el primer cartel que nos indica la dirección hasta el embalse de la Proserpina.

Continuamos por un camino de tierra y pasamos por debajo de la autovía A-5.

Tras rodar un poco por este camino y ver el estado del cielo decidimos salir a la N-630 y llegar por esta carretera con poco tráfico a Aljucén.

Seguimos por al nacional hasta pasar el río Aljucén llegando a una estación de servicio abandonada donde tomaremos un camino que sale a la derecha entrando en el Parque Natural de Cornalvo.

Por este parque recorreremos unos 8 km. sin ninguna pérdida pues está muy bien señalizado, entre dehesas de encinas y alcornoques, siendo también hábitat de la cigüeña negra, una de las aves más escasas de Europa occidental.

Encontrando algunos tramos con piedra suelta y leve pendiente que nos obliga a echar el pie a tierra y hacerlo caminando.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Salimos del parque y en un alto en un camino hacia la derecha está indicado el pueblo de Alcuéscar, si continuásemos de frente saldríamos a una carretera que hacia la derecha también nos llevará hasta Alcuéscar.

ETAPA-ALCUÉSCAR-CÁCERES- 38 KMS.

En Alcuéscar junto al albergue de peregrinos, al que llegaremos siguiendo las flechas amarillas, encontraremos de nuevo la vía de la plata.

Seguiremos avanzando por un camino de tierra durante aproximadamente 7 km. entre encinas, olivares y carrascas.

Llegamos a Casas de Don Antonio donde cruzando un pequeño puente romano nuestra ruta continúa por la izquierda.

Continuamos dirección N630 y tras pasar un Bar a las afueras del pueblo volveremos a encontrar el camino de tierra.

Ahora la vía de la plata coincide con la calzada romana y se hace un poco más duro al haber bastante piedra suelta. Antes de llegar a Aldea del Cano, siguiente población, veremos otro pequeño puente romano.

Tras pasar este puente y ver dos miliarios , cruzaremos la N630 para dejarla a nuestra derecha y en unos kilómetros llegaremos a un cruce en el que un evidente camino de tierra hacia la derecha nos llevaría a Aldea del Cano, si seguimos de frente continuaremos por el camino oficial.

Desde Aldea del Cano recorreremos 11 km para llegar a Valdesalor, tranquilo pueblo para reponer fuerzas.

Para salir de Valdesalor de nuevo cruzaremos la N-630 y pasado una estación de servicio abandonada cogeremos el camino que sale a la derecha. A los 2,5 km. nosotras decidimos coger el arcén de la nacional para subir el pequeño puerto de Las Camellas.

Decidimos terminar nuestra ruta hasta Cáceres por carretera debido a la amenaza de tormenta y fuerte viento.

Para el traslado de bicis de Cáceres a Mérida es importante llamar a la estación de tren, ya que, dependiendo de la época, si hay más de tres bicis por vagón es posible que no os dejen subir. Nosotras tuvimos suerte y al ser medio recorrido y haber poca gente no nos pusieron problemas.

Canal NO derecha del Toneo (máx. 50o): Alpinismo cantábrico en San Isidro.

Fotografía extraída de la web elmaquis.net.

Pues eso, que nos vamos a San Isidro, entre Asturies y León a pasar un fin de semana exprés y realizar uno de los corredores clásicos de la zona, en el accesible pico Toneo (2091 msnm).

Dormimos en la misma frontera, en el aparcamiento del pueblo asturiano de La Raya, y ya al amanecer tenemos a la vista el tubo Norte, así como las amenazadoras nubes que la predicciones del tiempo prometían:

Cruzamos la urbanización de La Raya y entre las últimas casas pasamos a las pistas de esquí, que debemos ir subiendo hasta encontrar la forma de pasar una primera loma (algo sencillo, pues suele haber huella debido a lo accesible de los corredores).

Una vez pasada la loma, nos encaminamos a la zona media de los remontes, en la majada Entresierras, desde donde veremos el corredor que queremos hacer, con una huella en zigzag muy clara:

El comienzo del largo corredor (unos 300 metros), no deja de ser una pala de unos 35º, bastante sencilla, que nos sirve para ir entrando en calor.

Este año de pocas nieves nos va a permitir progresar de forma cómoda, disfrutando de las paradas para ir visualizando las opciones.

Ante una primera decisión, nos vamos a la derecha, que nos parece una opción más sencilla, aunque ambas tienen huella.

Y nos encontramos un primer estrechamiento que es bastante más sencillo de lo que a primera vista parece.

A partir de aquí la cosa se pone algo más pindia, con algún tramo de hielo, pero sencillo de progresar.

Además, con estas impresionantes vistas del pico Torres, que más podemos pedir:

Seguimos ascendiendo, con algún tramo que sospechamos llega ya a los 50º hasta alcanzar un diedro muy evidente que nos sirve para descansar.

Un poco antes habíamos decidido buscar la salida a cresta hacia la izquierda (que es donde había huella), teniendo como referencia dicho diedro.

Aunque se supone que la salida derecha es más sencilla, seguimos la huella, lo que nos parece más factible; aún así, toca apretar en una salida en la que el hielo se mantiene en buenas condiciones y ahora sí, la inclinación es la máxima del día.

Llegamos a la cresta, que está casi pelada, y caminando unos metros a nuestra derecha llegamos a la cima del Toneo, con el bonito circo del Agujas (y los corredores que íbamos a intentar pero descartamos por cansancio y posibilidad de tormentas) al Suroeste:

Cumbre del Toneo. Al fondo, el pico Agujas y sus corredores. Más cerca, La Loma, hacia la que iremos.

Descansamos, dejamos nota en buzón de cumbre y descendemos hacia el Oeste, hacia el collado del Toneo.

Una vez allí descartamos tanto los corredores del Agujas como el coronar este por la cresta, pero antes de volver ascendemos en unos minutos el pico de La Loma (1973 msnm):

Desde allí bajamos a un collado cercano que une La Loma con un pequeño pico que corona una antena. Y desde este collado, de vuelta a los remontes de la parte media de la estación, a La Raya y al descanso merecido.

 

Al Morezón de Gredos por canales y variantes.

La Directa al Morezón, que estaba sin formar y la Mina, que intentamos el comienzo. A partir de ahí, la aventura. Fotografía extraída de LosK2delasKumbres.

La idea, en este invierno tan pobre, era acercarse a Gredos y subir al Morezón por la Directa.

En la práctica, nos metimos en una buena aventura y me es difícil explicar la subida, aunque lo voy a intentar:

Nos plantamos en la Plataforma de Gredos un buen viernes por la noche con la intención de madrugar y poder pillar la nieve en buena estado.

Tras un buen desayuno comenzamos a caminar, ya en esta primavera recién comenzada, y sin haber pisado esta zona en todo el invierno.

Las noticias que teníamos era que la nieve era escasa pero estaba en buen estado. Tras pasar la zona de Los Barrerones (foto de arriba) llegamos a la laguna, que comienza su deshielo.

Bordeamos la laguna por su izquierda, en dirección al refugio, para ver como están los corredores y nos llevamos la primera decepción; la Directa al Morezón no existe, así que continuamos a ver como pinta lo demás.

Tras charlar con otro grupo de montañeros y descartar otras opciones, nos decidimos por intentar el canal de la Mina a pesar del evidente resalte de piedra y hielo que no sabemos si nos dejará avanzar.

Efectivamente, el no llevar material para asegurar nos hace imposible pasar:

Buscamos primero una salida a la derecha, en roca, que tampoco nos es posible y después una de nieve que sí que podemos pasar.

La nieve está en buen estado, aunque escasa, y vamos progresando a ratos siguiendo huella, a veces intuición, en un terreno mixto.

Seguimos progresando en este terreno, y más o menos (no tengo nada claro muy bien cómo hicimos) salimos a lo que debe ser una de las variantes finales de la Mina; una canal muy amplio que da a la línea de cumbres y que nos deja el Morezón justo a nuestra izquierda.

Y de ahí a coronar, avisar que todo va bien y bajar por la vía normal muy rápidamente a tomar algo en el bar de la Plataforma, quitarnos las ropas sudadas y volver a casita a descansar.

A ver si con suerte la próxima sabemos donde subimos jeje.

 

Ahora sí: despidiendo el invierno en Guadarrama: Canal central diedro principal Norte Valdemartín (50o máx.).

Fotografía extraída de la web LosK2delaskumbres.

Esta vez sí. La falta de nieve hace que nos despidamos de la temporada invernal en la Sierra del Guadarrama antes de lo normal, aunque conseguimos estirar una semana más (a duras penas) y conocer los diedros de Valdemartín, una zona no demasiado transitada pero que nos deja un buen sabor de boca.

Dejamos el coche en la pista que da al (ahora vacío) refugio de El Pingarrón y seguimos el PR M- 27 hasta que comienzan las primeras palas de ascenso de hacia las Cabezas de Hierro.

Nosotras giramos a la derecha, superamos una primera loma de nieve y nos encaminamos directamente a nuestra vía. Por suerte la nieve, aunque escasa, se encuentra en buenas condiciones.

Hay algo de cornisa en la salida del diedro principal, así que nos fijamos en que es mejor realizar la salida a la izquierda.

Tras aprovechar para jugar un poco, nos animamos con el amplio corredor que va a la derecha del diedro principal, que alcanza los 50o en el estrechamiento final pero que no ofrece mayor dificultad.La nieve aguanta en relativas buenas condiciones, y solo en dicho estrechamiento se nos complica algo la vía, ofreciendo eso sí, estas vistas de Peñalara:

Y tras salir, y ver lo recorrido, vamos a salir por la izquierda hacia la zona de cumbres, siguiendo una pequeña huella y alcanzando el final sin mayor problema.

Eso sí, en vez de aprovechar para coronar el Cerro de Valdemartín decidimos bajar por las palas que hay al otro lado del diedro, aunque estas están ya muy peladas de nieve y además, blandas por el paso de las horas.

Valoramos si hacer alguna de las pequeñas canales que hay en el collado de Valdemartín pero la pereza, el mal estado de la nieve y las ganas de volver a casa pueden más, así que hasta la temporada que viene, Guadarrama!!

 

Apurando el invierno; canal izquierdo de Pulmones (160 metros, 45o máx.).

Pues lo dicho, apuramos como podemos este invierno tan poco invierno. Y lo hacemos en una de mis zonas favoritas del Guadarrama, la zona de Pulmones de las Cabezas de Hierro.

Hacemos la aproximación desde el puerto de Cotos y el refugio del Pingarrón, en un camino casi seco de nieve.

A pesar de la falta de nieve, los Pulmones se ven bastante bien, no solo por su orientación N-NO sino por las nieves caídas los días anteriores.

Así que enseguida nos plantamos en la base de los corredores; la verdad es que tienen muy buena pinta, y hemos llegado los primeros, aunque hay huella reciente.

Hay que reconocer que aunque tenga más inclinación que el Central, este Izquierdo de Pulmones no es tan estético como el anterior, aunque es bastante disfrutón.

Va cogiendo inclinación poco a poco hasta un primer estrechamiento; hay buena huella aunque también partes de hielo, así que, ¡a pasarlo bien!

Tras pasar el estrechamiento, como veis, inclina más y la presencia de hielo es más continua, pero se puede hacer sin excesivas complicaciones.

Tras salir de este tramo, nos incorporamos a la parte final del Central, que es hacia donde va la huella, y acabamos saliendo a la pala final, de unos 30o, que nos lleva a la cumbre de la Cabeza de Hierro Mayor.

Desde ahí bajamos primero al collado entre ambas Cabezas para bajar por el PR-27 en el largo descenso que nos acabará dejando en Cotos.

 

Norte Clásica de Peña Ubiña (III, 55o máx.).

Imagen extraída de la web elmaquis.net

Para quien no lo sepa, la zona de las Ubiñes, y en concreto Peña Ubiña, es mi zona de montaña favorita en el mundo (al menos el conocido por mí).

Me da rabia y alivio a la vez el que no sea excesivamente conocida fuera de la zona cantábrica.

La había subido en un par de ocasiones, siempre en verano, así como ascendido otras cimas de la zona; esta vez, sin embargo, era mi debut invernal tanto en la zona como en la Cordillera Cantábrica.

Y que mejor que con la montaña más bonita del mundo mundial, ¿no?.

Salimos temprano de Avilés, donde un buen amigo me acoge y me hará de guía en la zona (amén de ayudarme con la cacharrería, que yo controlo entre poco y nada).

Dejamos el coche en Tuiza d’Arriba y cogemos el camino de verano al refugio del Meicín (en esta época del año deberíamos evitarlo y coger el de invierno por el peligro de aludes, pero este año la estación ha sido muy seca y esta casi seco hasta el propio refugio).

Una vez allí, charla con los guardias, trago de agua y preparamos piolet y crampones para comenzar a subir el valle de Covarrubia, larguísimo ascenso por una pala de nieve que nos hará rodear el Cuetu les Cabres por la derecha.

Debemos bordear el Cuetu les Cabres hasta llegar a una zona llana llamada Joyos de la Cabra (nosotros entramos algo más a media ladera que la foto de arriba, con lo que ya nos encontramos en la base de los paredones).

Nos encordamos y seguimos avanzando, ya ganando pendiente hasta una zona con unos pasos pelín complicados, que nos llevarán a la base del corredor diagonal que gira hacia la derecha.

Siguiendo la huella, entraremos en el corredor diagonal derecha (50-55º).

El corredor, corto pero exigente, está en muy buenas condiciones, a tramos con nieve dura y a tramos con hielo.

Exige varios aseguramientos y luego sale a una pala de nieve de unos 40º, que nos permite descansar, comer y beber, recoger parte del material y disfrutar de estar aquí (a pesar de los incendios que se observan desde lo alto).

A partir de aquí, buscamos entre alguna de las canales que tenemos delante, para elegir la que nos llevará a la arista norte.

Nuevamente, buenas condiciones en la canal que elegimos. Huella, tramos de mixto, hielo y nieve dura antes de salir a la vertiente leonesa.

Los Fontanes de fondo, observando nuestros movimientos y el cansancio que a mí me empieza a pesar.

Debemos elegir, para llegar a la cresta cimera, por donde hacerlo. Parece que un tramo de roca es el más claro, aunque pido que me aseguren.

Y una vez en la arista, cumbre, con el tremendo espectáculo que supone siempre llegar a Peña Ubiña la Grande.

Tras un buen rato en la cumbre, y viendo la falta de nieve de este año. bajamos dirección E por la canal de Terreros; algo normalmente desaconsejado por avalanchosa.

Hacemos un muy rápido descenso con el poco ortodoxo método del culoski hasta el collado del mismo nombre, desde donde nos encaminamos de nuevo al refugio a por la casadiella de la victoria.

 

 

 

 

Peñamayor (1141 msnm), desde Les Praeres: Entre Nava y Bimenes.

Tras el día anterior realizar la Norte Clásica de Ubiña, me apetecía una ascensión tranquila, de esas que me gustan: De media mañana, en buena compañía, a esas cumbres que sirven como mirador de las grandes montañas.

Además, hace tiempo tenía pendiente el ascenso a Peñamayor, cumbre de la sierra del mismo nombre que en su momento dejé a medias por culpa de la niebla, y que cumple con todos los anteriores requisitos.

Nos dejan en el bar de Les Praeres, al final de una sinuosa carretera que fue fin de etapa en la Vuelta a españa del año pasado.

Comenzaremos a caminar por la pista que va hacia Anes y Fayacaba. Tenemos a la vista el collado de Peñamayor, con el picu Oroxu a la derecha y nuestro objetivo a la izquierda.

Ya llegando al collado, y tras pasar por una zona con unas cabañas bien guspas, debemos estar atentas a coger un resto de sendero que nos irá llevando, bordeando la montaña por la otra ladera, poco a poco hacia la cumbre.

El sendero a veces es algo complicado de seguir, pero poco a poco nos depositará, sin excesivas complicaciones (a no ser que haya niebla), en el pico anterior, el «de las antenas».

Desde la cresta ya tenemos una imagen de la Cordillera, con menos nieve de la esperada para esta época del año. También, desgraciadamente, de los incendios y de la nube de contaminación que cubre la zona central asturiana.

Y a los pocos minutos, la cumbre, con su característico y bonito buzón de cumbre.

Desde la cumbre, espectaculares vistas: la costa, el Sueve, los Picos d’Europa, Ponga, la Cordillera, el Aramo…

Una vez allí decidimos hacer la ruta circular, bajando por la majada Espines. En vez de seguir por la cresta, bajamos por nuestra izquierda (según el camino de nuestra marcha anterior), buscando rastros de senderos.

Tenemos la suerte de pasar por un guapo bosquete de acebos y ver algún tejo suelto. Seguimos bajando hasta encontrarnos con las primeras cabañas, que nos enlazarán casi directamente con el camino de vuelta a Les Praeres, donde finalizaremos nuestra excursión.